sábado, 29 de enero de 2011

LA MAQUINA NEGRA

Llegar a Huigra es encontrarse con la historia del ferrocarril. Aún queda la estación del tren, los cementerios de los gringos que construyeron este medio de transporte y los recuerdos de los ancianos que vieron crecer a esta población que ahora tiene más de 2 000 habitantes.

En Huigra (del quichua “toro macho”) siempre han existido criaderos de ganado. Esta parroquia era el sitio de descanso al viajar a Quito o al cantón Durán, desde Guayaquil.

“El comercio era intenso”, recuerda Raúl Chávez, uno de los habitantes, quien cuenta que Huigra ahora luce desolada porque el tren solo llega de Durán y no pasa a la Nariz del Diablo debido a un derrumbe que ocurrió hace siete años en el km 134, lo que impide que la máquina termine su ruta.

A ocho minutos del pueblo se encuentran las cascadas de Panamá, otro de sus atractivos. Allí hay una caída de más de 20 metros y un poco más abajo están los toboganes naturales. Lo mejor de todo es que sus vías están en buen estado, lo que permite que la comunicación entre Riobamba o Guayaquil sea rápida.

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